Querida Suzanne...
CARTA 2
Querida Bertha,
Estoy tumbado mirando al cielo en medio de esta ciudad en ruinas, donde todo se derrumba, un ejército entero muere, el día y la noche arden… Pero Bertha, el cielo y las estrellas siguen siendo las mismas que contemplábamos las noches de verano, sobre mi cabeza yacen las mismas Andrómeda y Pegaso que nos espiaban hace años. Desde entonces te quería con toda mi alma. Eras todo para mí, a quien yo más amaba. Sí has leído bien, amaba… ¿Te acuerdas cuando te contaba que algunas estrellas ya han muerto cuando llegan a nuestra vista? Pues bien, calculo que esta carta tardará en llegarte unas dos semanas, y para entonces tendrás que buscarme en la noche estrellada… Estaré descansando en paz junto a las estrellas, de las cuales para mí tú eres la más bella.
Caemos como moscas atrapadas en una gran telaraña, hace tiempo que nos tienen rodeados y no podemos contar un solo día sin bajas en nuestras filas. Ayer mismo, un francotirador enemigo abatió de un disparo al oficial que tenía junto a mí, él me estaba dando órdenes y de repente se oyó un fuerte trueno y cayó desplomado ante mis ojos como una torre de naipes. Sólo su cuerpo de francotiradores, donde incluso hay mujeres, ya nos está diezmando considerablemente. Y cuando no es el frio metal de las balas, es directamente el frío del invierno. Algunos hombres han muerto congelados, o han tenido que ser amputados. Es probable que yo corra la misma suerte, ya que hace días que no me siento el pie derecho. Otros de mis compañeros también han sufrido pie de trinchera o disentería… Y es que nuestro equipo no está preparado para resistir tanto frío, y además el abastecimiento no nos llega como debería.
Ya hemos aceptado todos que moriremos aquí, lejos de la patria, enterrados bajo las ruinas y la nieve, como los miles de cadáveres que hay abandonados en las calles.
Además, no entendemos qué sentido tiene la toma de esta ciudad, muchos creemos ahora que su interés radica sólo en que lleva el nombre del líder enemigo, creemos que moriremos por un mero capricho propagandístico del Führer. También creo que quizás cometimos un error al atacar este país, creíamos que todo sería tan fácil como con la guerra relámpago, pero nos equivocábamos. Nos han dado la orden de resistir a toda costa, pero yo ya no podré hacerlo mucho más tiempo…
Me despido de ti con esta carta. Te quiere, Hans Von Kast.
